En términos de diversidad de las
organizaciones y la complejidad del ambiente en que operan, otras fuerzas
ayudan a oscurecer el panorama que enfrentan los administradores Peter F.
Drucker empleaba la expresión “era de discontinuidad” para representar un mundo
donde el cambio no se impone en etapas sucesivas y lógicas, como en un proceso
continuo, si no por inflexiones rápidas y bruscas. Esto provoca l ruptura
completa con el pasado y dificulta cualquier previsión del futuro, como si
estuviésemos en una “era de la sinrazón”.
A medida que la coyuntura económica se
expande o se contrae, se modifican las necesidades de los clientes o
consumidores, cambian los hábitos y las
tendencias del público, las organizaciones deberán modificar su línea de acción, renovarse, ajustarse, transformarse
y adaptarse con rapidez. No basta el énfasis pragmático en las técnicas y el
cómo hacer las cosas utilizando formulas y recetas universales de gerencia
utilizadas con éxito, sin que se visualice
cada situación como una situación nueva y diferente.
En esto radica la esencia fundamental
de la administración contemporánea: la visión estratégica de cada operación o, en otras palabras, la
necesidad de ver cada tarea, cada actividad, en un contexto ambiental más
amplio que se modifica en cada momento. El administrador debe estar al tanto de fuerzas y variables
como globalización y competitividad, desarrollo tecnológico e información,
nuevo perfil del empleo, importancia del sector sin ánimo de lucro, la ética y
la responsabilidad social.
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